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NOVIEMBRE, HUELGAS PLEBEYAS Y FIESTAS POPULARES

La muerte de Virginia

En el mes de noviembre, en la antigua Roma, tenía lugar una de las fiestas más importantes de las muchas que tenía el calendario; se trataba de los juegos plebeyos ("ludi plebeii"), a diferencia de los "ludi Romani", que estos eran otra cosa; desde el día 4 hasta el 17 – a eso se le llama poderío fiestero- y lo hacían para conmemorar algunos de los logros políticos y civiles conseguidos por este grupo social en unas épocas difíciles. Aquí la primera diferencia que debemos notar: los “romanos”, en los primeros años de su historia, eran los miembros descendientes de las primeras supuestas trescientas familias que acompañaron a Rómulo en la fundación mítica de la ciudad; es decir, eran los romanos patricios “de toda la vida”. Los plebeyos eran los foráneos advenedizos de otras poblaciones vecinas que llegaban a la ciudad de Roma en busca de mejor fortuna, como ahora los que hemos venido de los pueblos a vivir a Cáceres.

Secesión de la Plebe al monte Sacro

¿Qué tenían que celebrar los plebeyos en noviembre? Los romanos tenían, evidentemente, todos los derechos políticos y civiles; los plebeyos, no; solo tenían derecho a ir a la guerra como soldados y a pagar impuestos. Esta situación, de por sí mala para los plebeyos, empeoró cuando después de unas protestas los patricios les prometieron mejoras políticas que después de venir de la guerra… si te he visto no me acuerdo. Este sería el origen de una de las primeras huelgas en la Edad Antigua (hay estudiosos que dicen que ya antes en Egipto se habían producido algunas otras).

El caso es que a los plebeyos, indignados por su situación y mucho más por la traición de los patricios, se les ocurrió devolvérsela dejando de ir a la guerra y no pagando los impuestos. Se fueron al monte Sacro (la "secessio plebis") que estaba a unos tres kilómetros del foro romano y allí hicieron jornadas de brazos caídos, dando a los patricios donde más les dolía. Resultado: concesiones, pero curiosamente, políticas, no sociales ni salariales.

A partir de aquí, en los sucesivos siglos, de vez en cuando volvían los plebeyos a echar mano de este recurso que tan bien les iba y así fueron conquistando más derechos políticos y civiles. Las últimas veces, en vez de irse al monte Sacro, subían al monte Aventino que estaba muchísimo más cerca (se estaban aburguesando); pero siempre se subían a algún sitio, aunque no “se echaran al monte”, que eso es otra cosa.

Estamos acostumbrados a identificar el término “plebeyo” con “pueblo”, pero esto sería una inexactitud. Me viene a la cabeza: Lady Di, la princesa del pueblo aunque no era plebeya; a diferencia de la reina Leticia, la princesa plebeya aunque no muy popular. Pero no van por ahí los tiros. La raíz indoeuropea de “plebeyo” y “pueblo” no son la misma. La de “plebeyo” tiene que ver, como dijimos más arriba, con la gente foránea que llegaba en masa a Roma de otros sitios: la multitud, la chusma, vamos. En cambio, la raíz indoeuropea de “pueblo” (populus), por más que se parezca a la de plebe por la concurrencia de las consonantes p, l, b, significaría los jóvenes, los que van a morir a la guerra, en contraposición a los "senes" que son los viejos que las diseñan en los despachos, como siempre. De la misma raíz de pueblo sería pubes (vello púbico que sale en pubertad), puber, puer y pubertad. Los plebeyos, en cambio, seguimos siendo los que de fuera venimos a vivir a la ciudad.

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